“En un lánguido empate a ceros, de no ser por dos jugadas de gol anuladas al visitante, Millonarios quedó muy mal parado en la tabla de posiciones con un discreto octavo lugar. A batirse como hienas contra el Bucaramanga el domingo”.
Absoluta desazón después de las 8 de la noche del domingo pasado se sintió en el alma y corazón de la hinchada gallina. Después de entender en la tribuna, hasta la saciedad, que los equipos que juegan con Millonarios lo hacen siempre atrás, se vio el resultado en la cancha: un equipo que no tiene el volumen de ataque de fechas pasadas (y si lo ha tenido, pues se olvidó); no hemos pasado de más de un gol, sea para aumentar el marcador o por descuento, en las últimas siete fechas (salvo el partido con Huila a mitad de semana). Por esa razón, las caras de tristeza y rabia se volvieron a apoderar de la hinchada azul. Y es que no es para menos: no se ha ganado un solo clásico en el presente semestre, que Millos tiene un pie afuera de los Ocho de Colombia, que Millos no convence y que tiene, al parecer en la banca, la solución a los problemas, o por lo menos eso pensó Quintabani cuando envió a Javier Araújo a la cancha siete minutos antes de acabar el segundo tiempo…
El equipo de la ciudad de Manizales, mezquino en su planteamiento con ocho jugadores en menos de cuarenta metros, generó dos opciones de gol de contragolpe (¡Ay, Hurtado! Cómo haces de falta…) contra una defensa que justo en esas dos jugadas no pudo achicar; si no es porque una se bajó con la mano y otra fue evidente fuera de lugar, seguramente no estaríamos con un empate que duele, sino con una tristeza que empañaría los ojos de la parcial millonaria. Un equipo que luchó, Millonarios, que intentó, que tuvo buena asociación en todas sus líneas, pero que le cuesta hacer un gol (¡Y cómo!) porque las intenciones se quedan en eso. Al parecer el profesor Quintabani no entendió que con cuatro defensas que parecen centrales, por su altura, Helinho no era para esa posición: se necesitaba un jugador como el panameño Tejada que fuera al choque, y no el brasilero que aunque lo ha hecho bien salía “en átomos volando” cada vez que disputaba un balón. El medio campo estuvo bien, algunas pelotas en falso, pero más por presión y “mea culpa” ante ellos mismos; una defensa que jugada en dos opciones de gol anuladas y que no costaron, gracias al Todopoderoso; una delantera que todavía deja dudas, pero que no deja de trabajar bien. Capítulo aparte, como lo han podido notar, con el 10 millonario. Si Jonathan Estrada no está enchufado, entonces el equipo parece que no camina; pero con dos jugadas fantásticas, que terminaron en cabezazo, seguro que dejó una impresión aceptable.
¿Qué será peor: que Millonarios vaya a completar nueve (¡¡¡NUEVE!!!) años sin ganarle al equipo de Manizales en el Campín, o que estemos con un pie afuera de los cuadrangulares de final de año? Cómo pesan los partidos que se podían ganar en el Nemesio, cómo duele ver el desperdicio de oportunidades, cómo duele ver a un grande (EL MÁS GRANDE) rogando y haciendo cuentas para estar en esa semifinal, cuando debe ser una obligación para ellos. Es que acá, parece, que otra vez la sombra de los premios se vuelve a acercar; no nos gustaría pensar que Bedoya u otro más “paradito” dialogue con el Presidente López para preguntarle, al menos, cuánta plata se les puede pagar a todos por pasar a semifinales. Si es así, mejor no clasifiquen. Porque esto no es de premios o plata: se trata de hinchada fiel, que acompaña siempre en masa al, todavía, más veces campeón del país; se trata de gloria deportiva, para ellos mismos (porque si quisieran progresar en su vida y salir del país, saldrían campeones para emigrar, al menos, a México o Argentina).
Para terminar: no habrá señal exclusiva para el partido del domingo a las 3:30 de la tarde en Bucaramanga. Recordemos que si Millonarios quiere entrar, al menos, debe empatar por fuera y obligarse a ganar contra el Envigado, otro “coco” más. Los dos equipos que se deben enfrentar al azul luchan sólo por la “bobadita” de quedarse en la Primera Categoría del Fútbol Colombiano. ¿Serán de poca monta los partidos para Millonarios? Que el fantasma de la plata, otra vez, no acabe con la ilusión de la hinchada más sedienta de títulos y alegrías.
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