Para tratar de hablar del miserable partido de la tarde de hoy (parto, para ser más exactos) podría ser un desatino completo; un equipo lleno de payasos miserables, salvo dos o tres, que solamente vienen por el dinero y tratan a toda costa de robarse el dinero que nosotros, con esfuerzo y sacrificio conseguimos cada fin de semana, les damos para que nos salgan con semejante payasada. Puede que estemos influidos por los mismos comentaristas radiales de siempre, influidos por los jugadores, influidos por los directivos y hasta el cuerpo técnico, pero ¿cómo es posible que en la semana digan que “nos jugamos una final, nos romperemos por la camiseta, daremos todo por la hinchada”, cuando demuestran en el terreno de juego que son unos pendejos, que les pesa la camiseta y que juegan, sin saberlo (aunque no creo que no estén enterados), con el sentimiento de la gente?
Basta de tanta estupidez, de tanta tozudez, de tanta explicación barata que lo único que hace es seguir dividiendo a la gente; creen los directivos mediocres que las campañas se realizan firmando convenios con empresas multinacionales mostradas como “logro” en una Asamblea de Accionistas; creen los jugadores que por vestir la camiseta del equipo fundamental y piedra angular de nuestro torneo local entonces ya “la hicieron” en grande y ahora pueden aspirar a tener un mejor carro o casa; cree el cuerpo técnico que por sacar campeón a un equipo dos veces y a otro por mérito entonces el esquema táctico sirve “a la perfección”. Que mentira. Que mentirosos. Que payasos, miserables, pacatos, vende-humo, mentirosos, cínicos y mil cosas más que no vale ni la pena escribir. No hay nada nuevo, no hay nada cierto, no hay ni sombra de tanta gloria falsa y mentirosa por la que llegaron.
Para quienes le gastamos tema a Millonarios ya terminamos desgastados de ver tanta estupidez junta: no sería una mala idea dejar de ir al estadio, porque hasta con nuestro bolsillo han tocado (si, señor lector: ¡le están sacando la plata de su billetera, cuenta, bolso!); han jugado con nuestra pasión, no nos han dejado ver una. Y cuando vinieron técnicos preparados, fogueados, con alguna idea diferente, nos los dejaron jugar porque “eran recreadores”. Y cuando pasaron sendos jugadores por nuestras filas, o los echamos como perros o simplemente “no sirvieron”. El cáncer nos sigue carcomiendo, llámelo como usted quiera, pero más allá de sentar un precedente es necesario e imperioso saber que acá, este circo, dejó de tener payasos para tener burladores, arlequines, entretenedores de noventa minutos, poco hombres, saltimbanquis de medio pelo. Mejor pongan a jugar a la cantera. Bueno: eso es un decir, porque uno de los cáncer que dirige o manipula este Club es el responsable de la misma. Que tristeza.
Basta de tanta estupidez, de tanta tozudez, de tanta explicación barata que lo único que hace es seguir dividiendo a la gente; creen los directivos mediocres que las campañas se realizan firmando convenios con empresas multinacionales mostradas como “logro” en una Asamblea de Accionistas; creen los jugadores que por vestir la camiseta del equipo fundamental y piedra angular de nuestro torneo local entonces ya “la hicieron” en grande y ahora pueden aspirar a tener un mejor carro o casa; cree el cuerpo técnico que por sacar campeón a un equipo dos veces y a otro por mérito entonces el esquema táctico sirve “a la perfección”. Que mentira. Que mentirosos. Que payasos, miserables, pacatos, vende-humo, mentirosos, cínicos y mil cosas más que no vale ni la pena escribir. No hay nada nuevo, no hay nada cierto, no hay ni sombra de tanta gloria falsa y mentirosa por la que llegaron.
Para quienes le gastamos tema a Millonarios ya terminamos desgastados de ver tanta estupidez junta: no sería una mala idea dejar de ir al estadio, porque hasta con nuestro bolsillo han tocado (si, señor lector: ¡le están sacando la plata de su billetera, cuenta, bolso!); han jugado con nuestra pasión, no nos han dejado ver una. Y cuando vinieron técnicos preparados, fogueados, con alguna idea diferente, nos los dejaron jugar porque “eran recreadores”. Y cuando pasaron sendos jugadores por nuestras filas, o los echamos como perros o simplemente “no sirvieron”. El cáncer nos sigue carcomiendo, llámelo como usted quiera, pero más allá de sentar un precedente es necesario e imperioso saber que acá, este circo, dejó de tener payasos para tener burladores, arlequines, entretenedores de noventa minutos, poco hombres, saltimbanquis de medio pelo. Mejor pongan a jugar a la cantera. Bueno: eso es un decir, porque uno de los cáncer que dirige o manipula este Club es el responsable de la misma. Que tristeza.