El fin de semana pasado Millonarios tuvo un compromiso que demostró varias cosas: que la hinchada responde si el equipo se une; que hay un cambio de actitud fundamental para encarar el torneo de la mano de Luis Augusto García; que hacen falta los goles y tenemos problemas de definición.
Eso sucedió en el partido que perdimos de locales con el Tolima: ellos llegaron dos veces y cobraron, con autogol de Casierra y gol del exmillonario Milton Rodríguez. Esa sería la síntesis del partido, pero hay más cosas para analizar. El cambio de actitud, por ejemplo, no invita al hincha a soñar pero sí a asistir al Nemesio esperanzados en que Millonarios por fin levante del letargo futbolístico en el que anda desde hace muchos años. El funcionamiento del equipo tiene falencias tanto en ataque como en defensa: Efraín Cortés salió lesionado y eso le costó al azul tener menos velocidad en su pareja de centrales; la recuperación ha sido importante en medio campo y, un arma de ataque del equipo visitante, fue el cerrarle cualquier espacio a Omar Vázquez, quien ahora será el que maneje los hilos conductores del equipo. Adelante es un completo dolor de cabeza: Carmelo Valencia le sobran ganas y actitud, pero así como no encuentra su pareja ideal, tampoco anda reconciliado con el gol. Ni Cuero y menos Castro han sido sus ayudantes y el ayuno de gol de los delanteros ha sido notorio.
Las cosas no cambiaron mucho anoche contra Centauros de Villavicencio: un equipo mixto, que mostró en sociedad a León Darío Muñoz, ex verde, y el regreso de Ricardo Ciciliano. El planteamiento no cambió en nada con respecto a lo visto el domingo pasado: salida desde atrás, sin pelotazo, toque de los laterales con los volantes de creación, muchas llegadas y muy poco gol. Entendemos que un equipo no se hace de la nada, pero como lo explicó Diego Barragán, asistente de García, “este equipo tuvo más de 50 entrenamientos, mañana y tarde, durante la pretemporada”. Parece que en la definición no se ha trabajado a cabalidad y de nada sirve que un equipo toque y toque, pero que no tenga gol. El hincha se desespera, se aburre de más de lo mismo; está cansado de las paletas de agua y quiere, como sea, gritar campeón.
El sábado a las ocho y quince de la noche estaremos presentes en la misma tribuna de siempre, alentando al Embajador. Recordemos que nuestra misión como hinchas es alentar la camiseta sin importar los resultados: en las buenas y en las malas mucho más.
Eso sucedió en el partido que perdimos de locales con el Tolima: ellos llegaron dos veces y cobraron, con autogol de Casierra y gol del exmillonario Milton Rodríguez. Esa sería la síntesis del partido, pero hay más cosas para analizar. El cambio de actitud, por ejemplo, no invita al hincha a soñar pero sí a asistir al Nemesio esperanzados en que Millonarios por fin levante del letargo futbolístico en el que anda desde hace muchos años. El funcionamiento del equipo tiene falencias tanto en ataque como en defensa: Efraín Cortés salió lesionado y eso le costó al azul tener menos velocidad en su pareja de centrales; la recuperación ha sido importante en medio campo y, un arma de ataque del equipo visitante, fue el cerrarle cualquier espacio a Omar Vázquez, quien ahora será el que maneje los hilos conductores del equipo. Adelante es un completo dolor de cabeza: Carmelo Valencia le sobran ganas y actitud, pero así como no encuentra su pareja ideal, tampoco anda reconciliado con el gol. Ni Cuero y menos Castro han sido sus ayudantes y el ayuno de gol de los delanteros ha sido notorio.
Las cosas no cambiaron mucho anoche contra Centauros de Villavicencio: un equipo mixto, que mostró en sociedad a León Darío Muñoz, ex verde, y el regreso de Ricardo Ciciliano. El planteamiento no cambió en nada con respecto a lo visto el domingo pasado: salida desde atrás, sin pelotazo, toque de los laterales con los volantes de creación, muchas llegadas y muy poco gol. Entendemos que un equipo no se hace de la nada, pero como lo explicó Diego Barragán, asistente de García, “este equipo tuvo más de 50 entrenamientos, mañana y tarde, durante la pretemporada”. Parece que en la definición no se ha trabajado a cabalidad y de nada sirve que un equipo toque y toque, pero que no tenga gol. El hincha se desespera, se aburre de más de lo mismo; está cansado de las paletas de agua y quiere, como sea, gritar campeón.
El sábado a las ocho y quince de la noche estaremos presentes en la misma tribuna de siempre, alentando al Embajador. Recordemos que nuestra misión como hinchas es alentar la camiseta sin importar los resultados: en las buenas y en las malas mucho más.