"Dos errores individuales permitieron la derrota de Millonarios en su visita a Barranquilla. Un primer tiempo impecable, un segundo para olvidar. En juego largo hay desquite, ojalá con el Quindío"
Millonarios viajó a Barranquilla con la ilusión de no sólo la victoria, sino de poder jugar bien; pero sólo uno de los cometidos se cumplió. Mas allá del estreno de la nueva indumentaria adidas, los jugadores que saltaron a gramado de la ciudad costera estuvieron a la altura del partido con una novedad que será analizada más adelante: Jonathan Estrada, quien debía estar con Carlos Marinelli, no estuvo en la titular y eso desarmó completamente el funcionamiento del equipo, así José Mera estuviese presente como marcador izquierdo.
El equipo azul inició comprometido no sólo con la hinchada que acompañó como siempre en el Metropolitano, sino que el ánimo fue completamente distinto del mostrado en aquellos primeros tiempos del semestre pasado. Los jugadores corrían las pelotas, los centrales estuvieron atentos en los primeros cuarenta y cinco primeros (excelente labor del joven Osvaldo Henríquez), los volantes estuvieron atentos a cualquier posesión del contrario y los delanteros no desentonaron; tanto así que Carmelo Valencia, jugador definitivo para este partido, anotó la ventaja visitante por medio de un pase magistral de Milton Rodríguez.
La alegría embajadora se notó hasta iniciar la parte complementaria: Millonarios en los primeros diez minutos salió deslucido, sin ganas, ahogados al parecer por el calor de aquella ciudad y empezaron los errores. De las pelotas perdidas en mitad de cancha no sólo nacen los dos goles, sino que le da una cuota de error a uno de nuestros bastiones, Iván Hurtado. Sólo por esos dos errores Millonarios se desmoronó en la parte anímica y no se supo encontrar, al menos, el empate.
Caso para tener en cuenta: si el profesor Quintabani quiso darle un castigo ejemplar a Jonathan Estrada por llegar tarde al entrenamiento, entonces no debió siquiera convocarlo en los suplentes y mucho menos viajar a Barranquilla; es más, que él juegue unos minutos en aquel partido es darle no sólo ventaja sino motivos a sus mismos compañeros para hacer lo mismo, llegar tarde y salir premiados en cualquier partido. Esperamos que no se repita y así como el profesor es un caballero, debe entender que el funcionamiento del equipo se ve trastocado por la falla de una sola persona. ¿Si en la cabeza Quintabani tiene que jugar con dos armadores, por qué no llamó a Omar Vásquez, juvenil, quien se merece la oportunidad de jugar muchos más minutos en primera, y no improvisar con José Mera por zona derecha, a sabiendas que Rubén Bustos es el innegable en esa posición?
Sólo el tiempo le dará la razón al cuerpo técnico, pero que no pase que esos puntos perdidos, de los cuales se puede rescatar al menos uno, no sean los que falten a final del todos contra todos. Igual, esto hasta ahora empieza. Empezó el baile: lamentablemente con derrota.
El próximo domingo, según configuración de la Dimayor, vamos a las 3:30 de la tarde con transmisión pro televisión cerrada. Eso si: siempre presentes en Oriental Geneal.
Somos azules, somos Millonarios, somos capitalinos.
El equipo azul inició comprometido no sólo con la hinchada que acompañó como siempre en el Metropolitano, sino que el ánimo fue completamente distinto del mostrado en aquellos primeros tiempos del semestre pasado. Los jugadores corrían las pelotas, los centrales estuvieron atentos en los primeros cuarenta y cinco primeros (excelente labor del joven Osvaldo Henríquez), los volantes estuvieron atentos a cualquier posesión del contrario y los delanteros no desentonaron; tanto así que Carmelo Valencia, jugador definitivo para este partido, anotó la ventaja visitante por medio de un pase magistral de Milton Rodríguez.
La alegría embajadora se notó hasta iniciar la parte complementaria: Millonarios en los primeros diez minutos salió deslucido, sin ganas, ahogados al parecer por el calor de aquella ciudad y empezaron los errores. De las pelotas perdidas en mitad de cancha no sólo nacen los dos goles, sino que le da una cuota de error a uno de nuestros bastiones, Iván Hurtado. Sólo por esos dos errores Millonarios se desmoronó en la parte anímica y no se supo encontrar, al menos, el empate.
Caso para tener en cuenta: si el profesor Quintabani quiso darle un castigo ejemplar a Jonathan Estrada por llegar tarde al entrenamiento, entonces no debió siquiera convocarlo en los suplentes y mucho menos viajar a Barranquilla; es más, que él juegue unos minutos en aquel partido es darle no sólo ventaja sino motivos a sus mismos compañeros para hacer lo mismo, llegar tarde y salir premiados en cualquier partido. Esperamos que no se repita y así como el profesor es un caballero, debe entender que el funcionamiento del equipo se ve trastocado por la falla de una sola persona. ¿Si en la cabeza Quintabani tiene que jugar con dos armadores, por qué no llamó a Omar Vásquez, juvenil, quien se merece la oportunidad de jugar muchos más minutos en primera, y no improvisar con José Mera por zona derecha, a sabiendas que Rubén Bustos es el innegable en esa posición?
Sólo el tiempo le dará la razón al cuerpo técnico, pero que no pase que esos puntos perdidos, de los cuales se puede rescatar al menos uno, no sean los que falten a final del todos contra todos. Igual, esto hasta ahora empieza. Empezó el baile: lamentablemente con derrota.
El próximo domingo, según configuración de la Dimayor, vamos a las 3:30 de la tarde con transmisión pro televisión cerrada. Eso si: siempre presentes en Oriental Geneal.
Somos azules, somos Millonarios, somos capitalinos.
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