Millonarios tuvo un respiro: por fin. Una genialidad en un saque de banda, con taco incluído de Jonathan Estrada, para que Carmelo Valencia anotara el gol que le da al azul una nueva esperanza. A ganar en Medellín, con los verdes, en el primer clásico del año.
El ambiente estaba enrarecido: pocas personas en las inmediaciones del Nemesio Camacho, los mismos de siempre de las Barras, tanto Independientes como de la UNIBAM, a la espera de la entrada a la hora señalada, pero nada de rollos, nada de fiesta. Y es que no era para más: Millonarios marchaba penúltimo en la tabla de posiciones, con un solo punto de doce posibles. Las protestas y los volantes de “boicot” para no entrar al Campín fueron el pan de una semana donde se dijo todo lo posible del azul: jugadores parados, directivos incompetentes, cuerpo técnico permisivo, declaraciones de un lado y otro. Nada, al parecer, podría ser peor; pero apenas la bola rodó en el Nemesio, otra voz apareció.
En el primer tiempo, Millonarios se adueñó del balón, de la tenencia de la pelota y a pesar de los intentos de un desesperado Milton Rodríguez, el gol no aparecía; sólo destellos de orden, de táctica, de disciplina de los dirigidos por el caballero Quintabani. A escasos 20 minutos de acontecida la primera parte el jugador Carlos Marinelli se encuentra lesionado y en su reemplazo entra un canterano, alguien de la casa, un jugador diferente: el niño Alex Díaz, después de su periplo por Torneo Suramericano, para darle más orden y profundidad al ataque embajador. Los motilones, por su parte, decidieron que lo mejor era defender y vaya que lo hicieron bien; si algo hay que rescatar del profesor Jorge Luis Pinto es el orden con el que se defiende y con el que ataca. En varias oportunidades mostró destellos de toque de balón y sólo con pisarlo se llegaba al arco embajador, pero un José Cuadrado inspirado permitió que los cucuteños no se fueran en ventaja.
Con más dudas que certezas inició la parte complementaria. Millonarios salió a no perder, por lo menos. Errores en las líneas defensivas, poca recuperación de balón, se le da espacio al rival y por poco nos anotan. Pero cuando todos firmábamos el empate y la tribuna explotando (por no decir que está reventada), Millonarios sacó un as de la manga. En un saque de banda, por el costado oriental, el balón pasa por los pies de Estrada, quien estuvo deslucido por momentos, y en un taco genial se la da a Carmelo, el que anda dulce con el gol, para que ponga a delirar a los hinchas fieles que nunca abandonan el equipo. En ese momento, Carmelo le dedica el gol al caballero Quintabani, vilipendiado, criticado, insultado; una muestra de unión, de liderazgo y de respeto a quien, bien o mal, ha hecho su trabajo y ha sido el bastión para esta nueva etapa. Millonarios no ha resurgido: le falta orden táctico, le faltan jugadores como Alex Díaz, jugador del partido junto a José Cuadrado, que sienten esa camiseta porque fueron criados con ella.
Lo que se viene para Millonarios es el super clásico del país: con los verdes en Medellín. Es el enfrentamiento, en buenos términos y furbolísticos, de la rivalidad moderna del fútbol en Colombia. Según la programación, será el Sábado próximo a las 8:15 por televisión cerrada. Por ahora Millonarios respira y esa bocanada de aire le servirá para henchir el pecho en aquella ciudad.
Queremos ganar en Medellín, queremos levantar la Copa, queremos ser campeones.
El ambiente estaba enrarecido: pocas personas en las inmediaciones del Nemesio Camacho, los mismos de siempre de las Barras, tanto Independientes como de la UNIBAM, a la espera de la entrada a la hora señalada, pero nada de rollos, nada de fiesta. Y es que no era para más: Millonarios marchaba penúltimo en la tabla de posiciones, con un solo punto de doce posibles. Las protestas y los volantes de “boicot” para no entrar al Campín fueron el pan de una semana donde se dijo todo lo posible del azul: jugadores parados, directivos incompetentes, cuerpo técnico permisivo, declaraciones de un lado y otro. Nada, al parecer, podría ser peor; pero apenas la bola rodó en el Nemesio, otra voz apareció.
En el primer tiempo, Millonarios se adueñó del balón, de la tenencia de la pelota y a pesar de los intentos de un desesperado Milton Rodríguez, el gol no aparecía; sólo destellos de orden, de táctica, de disciplina de los dirigidos por el caballero Quintabani. A escasos 20 minutos de acontecida la primera parte el jugador Carlos Marinelli se encuentra lesionado y en su reemplazo entra un canterano, alguien de la casa, un jugador diferente: el niño Alex Díaz, después de su periplo por Torneo Suramericano, para darle más orden y profundidad al ataque embajador. Los motilones, por su parte, decidieron que lo mejor era defender y vaya que lo hicieron bien; si algo hay que rescatar del profesor Jorge Luis Pinto es el orden con el que se defiende y con el que ataca. En varias oportunidades mostró destellos de toque de balón y sólo con pisarlo se llegaba al arco embajador, pero un José Cuadrado inspirado permitió que los cucuteños no se fueran en ventaja.
Con más dudas que certezas inició la parte complementaria. Millonarios salió a no perder, por lo menos. Errores en las líneas defensivas, poca recuperación de balón, se le da espacio al rival y por poco nos anotan. Pero cuando todos firmábamos el empate y la tribuna explotando (por no decir que está reventada), Millonarios sacó un as de la manga. En un saque de banda, por el costado oriental, el balón pasa por los pies de Estrada, quien estuvo deslucido por momentos, y en un taco genial se la da a Carmelo, el que anda dulce con el gol, para que ponga a delirar a los hinchas fieles que nunca abandonan el equipo. En ese momento, Carmelo le dedica el gol al caballero Quintabani, vilipendiado, criticado, insultado; una muestra de unión, de liderazgo y de respeto a quien, bien o mal, ha hecho su trabajo y ha sido el bastión para esta nueva etapa. Millonarios no ha resurgido: le falta orden táctico, le faltan jugadores como Alex Díaz, jugador del partido junto a José Cuadrado, que sienten esa camiseta porque fueron criados con ella.
Lo que se viene para Millonarios es el super clásico del país: con los verdes en Medellín. Es el enfrentamiento, en buenos términos y furbolísticos, de la rivalidad moderna del fútbol en Colombia. Según la programación, será el Sábado próximo a las 8:15 por televisión cerrada. Por ahora Millonarios respira y esa bocanada de aire le servirá para henchir el pecho en aquella ciudad.
Queremos ganar en Medellín, queremos levantar la Copa, queremos ser campeones.
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