El marco no podía ser mejor: más veinte mil almas presentes en el Nemesio Camacho, promoción para menores entre cinco y doce años entrando gratis, extintores, rollos, bombos y redoblantes sin parar durante todo el encuentro. Afortunadamente, no nos quedamos con la fiesta hecha, porque el Millonarios 2009-II, al mando de Luis Augusto García, ganó, gustó y goleó.
¿Pero cuáles fueron las claves para que Millonarios fuera un equipo distinto, con corazón, con ganas de ir hacia el arco contrario y que tuviera el temple necesario para salir avante? Muchas y cumplieron con creces. Empezando por su director técnico: mostró que debe estar no solo de pie todo el compromiso, sino que sus indicaciones fueron certeras a la hora de ajustar la orquesta que él empezó a dirigir desde hace pocos meses. José Cuadrado tuvo muchas atajadas importantes y salvo el penal cometido al jugador del Junior, en error infantil de Efraín Cortés, estuvo a la altura del compromiso. La defensa, algo que nos parece debe ajustar, estuvo demasiado en línea y por lo menos no permitió desbordes de jugadores fundamentales de la visita. José Mera y Alex Díaz estuvieron a la altura del compromiso pero no brillaron tanto como el lateral derecho Rubén Bustos: jugador que se ganó más que insultos el semestre pasado y, justamente, tuvo que pasar este tiempo para entrar a demostrar porqué está en Millonarios. Dos goles, al primer y segundo tiempo, que le valieron no sólo el reconocimiento de los medios de comunicación sino de la hinchada en general, aquella que podrá conquistar si sus goles de media distancia y tiros libres sean determinantes para un futuro.
Robayo, impecable; seguro de su zona, quitando balones a diestra y siniestra, reforzando marcas en medio campo y yendo al ataque cada vez que tenía la oportunidad. Bedoya, el capo del medio campo: con una amarilla a los siete minutos del compromiso (eso se debe mejorar a toda costa), recuperando balones decisivos y con el temple necesario para este tipo de compromisos. Desafortunadamente pudo ver la roja directa en el segundo tiempo gracias a un codazo innecesario, que el árbitro, afortunadamente, no vio. Omar Vásquez estuvo metido en el encuentro y se gana, fecha tras fecha, con la continuidad del cuerpo técnico, la hinchada que es juez para cada jugador. Regresó Araújo, si, el mismo: amasó el balón en cuanto lo dejaron, pudo entregar a tiempo, manejó ritmo, tuvo compromiso y parece que la sombra de duda después de su lesión quedó despejada con lo visto no solo en el encuentro sino en pre-temporada. Carmelo Valencia: dulce con el gol (el segundo para más señas), reconciliado con la malla, impreciso en una e injusta la que pegó en el palo después de bañar al arquero tiburón. Leonardo Castro: con más velocidad, con un número diferente en su espalda (era el 77 y ahora viste el 22) y entregado a la camiseta.
Para resumir: Millonarios no se descompuso con el empate de los barranquilleros; al contrario, siguió y metió hasta el punto de irse ganando a los vestidores. La actitud es diferente: se vio un Millonarios compuesto, ordenado, nada desesperado, con dirección de arco, sin desespero y tocando al piso, eso que al hincha enamora. Pero hay que tener mucho cuidado: no hemos ganado el campeonato, no estamos en finales y mucho menos en semifinales. Estamos, con la ayuda de la hinchada, construyendo identidad perdida, estamos ante un equipo que si trabaja motivado desde sus orientadores será un conjunto que dará de qué hablar. Invitamos a toda la hinchada que lee estas líneas que no se sienta campeón jugando una sola fecha: se celebra que ganamos por tres goles en los momentos justos del partido, pero se entiende que solo hemos jugado uno de diez y siete finales. Hay que tener claro que para este equipo es necesario ganar tres partidos en línea, todos los de casa, y empezar a batirse en la grama de cualquier estadio para entrar a una semifinal esquiva desde varios torneos. Si se construye entre todos, una amalgama de hinchas, jugadores, dirigentes y cuerpo técnico, Millonarios podrá contar con la presencia en los Ocho de Colombia y, por qué no, en la final de Diciembre.
Por ahora nos vamos para Armenia, ante un equipo duro y aguerrido, que le gusta jugar con las matemáticas y que podrá especular sobre el compromiso; la programación de la Dimayor dictamina que será el sábado a las seis y veinte de la tarde en el Centenario de la ciudad milagro con transmisión por televisión abierta. Vamos por tres puntos, motivados; portemos la camiseta con orgullo, porque a Millonarios yo lo sigo a todos lados.
¿Pero cuáles fueron las claves para que Millonarios fuera un equipo distinto, con corazón, con ganas de ir hacia el arco contrario y que tuviera el temple necesario para salir avante? Muchas y cumplieron con creces. Empezando por su director técnico: mostró que debe estar no solo de pie todo el compromiso, sino que sus indicaciones fueron certeras a la hora de ajustar la orquesta que él empezó a dirigir desde hace pocos meses. José Cuadrado tuvo muchas atajadas importantes y salvo el penal cometido al jugador del Junior, en error infantil de Efraín Cortés, estuvo a la altura del compromiso. La defensa, algo que nos parece debe ajustar, estuvo demasiado en línea y por lo menos no permitió desbordes de jugadores fundamentales de la visita. José Mera y Alex Díaz estuvieron a la altura del compromiso pero no brillaron tanto como el lateral derecho Rubén Bustos: jugador que se ganó más que insultos el semestre pasado y, justamente, tuvo que pasar este tiempo para entrar a demostrar porqué está en Millonarios. Dos goles, al primer y segundo tiempo, que le valieron no sólo el reconocimiento de los medios de comunicación sino de la hinchada en general, aquella que podrá conquistar si sus goles de media distancia y tiros libres sean determinantes para un futuro.
Robayo, impecable; seguro de su zona, quitando balones a diestra y siniestra, reforzando marcas en medio campo y yendo al ataque cada vez que tenía la oportunidad. Bedoya, el capo del medio campo: con una amarilla a los siete minutos del compromiso (eso se debe mejorar a toda costa), recuperando balones decisivos y con el temple necesario para este tipo de compromisos. Desafortunadamente pudo ver la roja directa en el segundo tiempo gracias a un codazo innecesario, que el árbitro, afortunadamente, no vio. Omar Vásquez estuvo metido en el encuentro y se gana, fecha tras fecha, con la continuidad del cuerpo técnico, la hinchada que es juez para cada jugador. Regresó Araújo, si, el mismo: amasó el balón en cuanto lo dejaron, pudo entregar a tiempo, manejó ritmo, tuvo compromiso y parece que la sombra de duda después de su lesión quedó despejada con lo visto no solo en el encuentro sino en pre-temporada. Carmelo Valencia: dulce con el gol (el segundo para más señas), reconciliado con la malla, impreciso en una e injusta la que pegó en el palo después de bañar al arquero tiburón. Leonardo Castro: con más velocidad, con un número diferente en su espalda (era el 77 y ahora viste el 22) y entregado a la camiseta.
Para resumir: Millonarios no se descompuso con el empate de los barranquilleros; al contrario, siguió y metió hasta el punto de irse ganando a los vestidores. La actitud es diferente: se vio un Millonarios compuesto, ordenado, nada desesperado, con dirección de arco, sin desespero y tocando al piso, eso que al hincha enamora. Pero hay que tener mucho cuidado: no hemos ganado el campeonato, no estamos en finales y mucho menos en semifinales. Estamos, con la ayuda de la hinchada, construyendo identidad perdida, estamos ante un equipo que si trabaja motivado desde sus orientadores será un conjunto que dará de qué hablar. Invitamos a toda la hinchada que lee estas líneas que no se sienta campeón jugando una sola fecha: se celebra que ganamos por tres goles en los momentos justos del partido, pero se entiende que solo hemos jugado uno de diez y siete finales. Hay que tener claro que para este equipo es necesario ganar tres partidos en línea, todos los de casa, y empezar a batirse en la grama de cualquier estadio para entrar a una semifinal esquiva desde varios torneos. Si se construye entre todos, una amalgama de hinchas, jugadores, dirigentes y cuerpo técnico, Millonarios podrá contar con la presencia en los Ocho de Colombia y, por qué no, en la final de Diciembre.
Por ahora nos vamos para Armenia, ante un equipo duro y aguerrido, que le gusta jugar con las matemáticas y que podrá especular sobre el compromiso; la programación de la Dimayor dictamina que será el sábado a las seis y veinte de la tarde en el Centenario de la ciudad milagro con transmisión por televisión abierta. Vamos por tres puntos, motivados; portemos la camiseta con orgullo, porque a Millonarios yo lo sigo a todos lados.
1 comentario:
Mesura...¿? Miren quien habla de mesura, el rey de la farandulería, el que habla hasta por la nariz, aprenda primero a no hablar tanta mierda y ahí si hable de mesura! Pendejo.
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