Muchos son los nombres que se han barajado como posibles candidatos para que lleguen al Club azul a trabajar con el profesor Quintabani. El abanico de posibilidades existe y es tan amplia la lista que la probabilidad que lleguen pueda ser esa: una mera probabilidad. Andrés Chitiva, Mauricio Casierra, Javier Araújo, Rodrigo Marangoni, Alfredo Carrillo, Milton Rodríguez, José “El Ringo” Amaya, Elkin Murillo son apenas una muestra de los opcionados. Los que se van, ya sea por contrato, porque están mamados del Club y quieren un cambio o aún los que han sido amenazados: Ricardo Ciciliano, Gerardo Bedoya, Santander Ospina, Julio Tobar, Ariel Carreño y Martín García, por ahora nombrados. Se ha insistido con vehemencia que todo lo hagan por debajo de cuerda, que sea una “sorpresa” (agradable, al menos) y que los que lleguen sean de primer nivel, con recorrido y ganas de ganar en un club tan grande. La situación económica del Millo está marcada por su aspecto financiero (unos desvirtúan los balances de la Junta Directiva del Club y otros la defienden a capa y espada), por su rendimiento deportivo (el “logro” de la Copa Suramericana ya quedó atrás… no más con ese tema) y por su tema de hinchas (donde nosotros estamos metidos).
Amenazas van y vienen contra jugadores y socios (ustedes ya saben quiénes han sido amenazados), cánticos de desprecio y de amor de los jugadores por la camiseta se piden todas las veces que juega el más veces campeón, insultos e injurias se escuchan en tonos ensordecedores en cada cancha que juegue el Millonario… Muchas veces este panorama desespera: se llega al común acuerdo de seguir diciendo a los cuatro vientos NO MÁS y se pide, de forma más que explícita, que haya un re-cambio dentro de las filas azules. Llegó Mario Vanemerak y nada pasó (por lo menos lo único que se revivió fue, con más entusiasmo y corazón, la fortaleza de esta gran hinchada); llegaron “El Pecoso” Castro, Miranovic y otros más que, simplemente, pasaron a engrosar la lista de simples técnicos que se marcharon. Estuvieron de paso, algunos con más pena que gloria, que quedaron en deuda con la afición. Con dolor tenemos que seguir afirmando que por más iniciativas “pro- Millonarios” que existan de parte de la hinchada (ASOMILLOS, Frente Millonario Independiente, entre otras más) hay que asumir que las riendas del Club no se soltarán tan fácilmente, al menos como quisiéramos. Democratización se pide a gritos, que se vayan todos los socios, que se vaya el presidente, que se vayan los jugadores y que se quede la hinchada. Pero lo que da más tristeza es que entre los hinchas, que dicen o decimos querer al equipo de las entrañas, también existe división. ¿Qué es lo que pesa, lo que prima ahora en Millonarios? Sencillo: SER CAMPEONES. Para acallar a todo el mundo (incluyendo las demás parciales y nosotros mismos), para lograr unidad en cualquier tipo de ente se necesita una recolección sistemática de información que permita encontrar los defectos y cualidades de lo que se quiere. Acá en el azul hay muchas, pero muchas, cualidades; lo que pasa es que no afloran porque o hay intereses para que eso no sea visible, o porque no se quiere, no se desea, no es negocio. ¿Qué se debe pedir ahora? Lo que con desbordada tristeza no hemos podido conseguir en veinte años: un título, un campeonato local. Sólo eso se necesita. Acompañaremos como siempre se ha hecho, pero no esperen que todo sólo sea elogios: cuando se debe criticar, de forma constructiva, se hace. Si hay un traspié, se debe levantar. Pero llevamos veinte años en los mismos traspiés. ¿Soportaremos un más? La hinchada está cansada, está desgastada, quiere algo. No una simple golosina. Quiere más que un dulce. Queremos más que un dulce.
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