Pocas son las cosas que se pueden destacar del clásico capitalino para los Millonarios: un equipo confundido en la cancha, sin orden, sin ideas, sin un conductor clásico (es decir un 10 neto) que sepa aprovechar los espacios que le dejó el rival de patio en la parte defensiva.
Millonarios hizo muy poco para ganar el clásico: le faltaron huevos y le sobran jugadores. El azul no fue capaz de llegar en casi veinte minutos de la parte inicial al arco contrario, en un partido marcado por la poca colectividad, salvo los embates de Jonathan Estrada que estuvo tan deslucido, tan poco efectivo, que hasta le sacaron tarjeta amarilla por juego violento. Está bien que se la saquen a Ciciliano, a Mosquera, hasta el mismo Cuadrado; pero todos los jugadores estaban tan mal que el reflejo de la amarilla de Estrada fue el indicio de un equipo que no gusta, que no promete, que no quiere jugar
Pasaremos por alto los goles que vimos: de buena factura, que le sirvieron al rival de patio para ganar. Que celebren todo lo que quieran, pero algo quedará y se llama hinchada. No ganó Millonarios, pero toda la parcial azul, la que paga la boleta, la que se sacrifica colgando trapos, que compra rollos, que recarga extintores, que hace nuevos trapos (como los de los Comandos Azules, que por cierto les quedó muy bien hecho), parece no tener recompensa con tanto jugador malo, PERVERSO. No hablaremos de TODOS los errores tácticos, de sus cambios, hasta de su técnico interino. Lo único que diremos es que ganó la hinchada: siempre, SIEMPRE, terminamos demostrando que somos más, que somos Bogotá y que tendremos mejores recibimientos para nuestro equipo. O mejor si: hablemos de eso.
Que se vayan todos, directivos, jugadores que no quieren al equipo y técnicos que se dejan manipular de socios para poner a sus jugadores. No estamos tristes: abatidos sí. Pero la reflexión de anoche fue fundamental: lo que sobra es hinchada, porque el equipo no lo vemos por ninguna parte, no hay. Y así suene desesperado: pedimos a Mario Vanemerak, porque estamos seguros que con él el clásico lo hubiéramos ganado. Así sea técnico de colegio, como algunos lo llaman, pero infundió respeto por la institución y la hinchada a todos los jugadores que dirigió. Quedó demostrado que a Bonner le queda MUY GRANDE el banco técnico: en el segundo tiempo NI SE INMUTÓ, NI SE LEVANTÓ A GRITAR. Y eso que dice ser hincha de Millos… Falta, definitivamente, la demagogia de Mario.
Millonarios hizo muy poco para ganar el clásico: le faltaron huevos y le sobran jugadores. El azul no fue capaz de llegar en casi veinte minutos de la parte inicial al arco contrario, en un partido marcado por la poca colectividad, salvo los embates de Jonathan Estrada que estuvo tan deslucido, tan poco efectivo, que hasta le sacaron tarjeta amarilla por juego violento. Está bien que se la saquen a Ciciliano, a Mosquera, hasta el mismo Cuadrado; pero todos los jugadores estaban tan mal que el reflejo de la amarilla de Estrada fue el indicio de un equipo que no gusta, que no promete, que no quiere jugar
Pasaremos por alto los goles que vimos: de buena factura, que le sirvieron al rival de patio para ganar. Que celebren todo lo que quieran, pero algo quedará y se llama hinchada. No ganó Millonarios, pero toda la parcial azul, la que paga la boleta, la que se sacrifica colgando trapos, que compra rollos, que recarga extintores, que hace nuevos trapos (como los de los Comandos Azules, que por cierto les quedó muy bien hecho), parece no tener recompensa con tanto jugador malo, PERVERSO. No hablaremos de TODOS los errores tácticos, de sus cambios, hasta de su técnico interino. Lo único que diremos es que ganó la hinchada: siempre, SIEMPRE, terminamos demostrando que somos más, que somos Bogotá y que tendremos mejores recibimientos para nuestro equipo. O mejor si: hablemos de eso.
Que se vayan todos, directivos, jugadores que no quieren al equipo y técnicos que se dejan manipular de socios para poner a sus jugadores. No estamos tristes: abatidos sí. Pero la reflexión de anoche fue fundamental: lo que sobra es hinchada, porque el equipo no lo vemos por ninguna parte, no hay. Y así suene desesperado: pedimos a Mario Vanemerak, porque estamos seguros que con él el clásico lo hubiéramos ganado. Así sea técnico de colegio, como algunos lo llaman, pero infundió respeto por la institución y la hinchada a todos los jugadores que dirigió. Quedó demostrado que a Bonner le queda MUY GRANDE el banco técnico: en el segundo tiempo NI SE INMUTÓ, NI SE LEVANTÓ A GRITAR. Y eso que dice ser hincha de Millos… Falta, definitivamente, la demagogia de Mario.
La Agru - Pasión Gallina agradece a todas las personas nuevas que fueron a ver el clásico y que integrarán, próximamente, nuestra barra. Los esperamos contra Bucaramanga, porque debemos acompañar a nuestro equipo en las buenas y en las malas.
Ahora, sin estar eliminados matemáticamente y posibilidades, sigue el partido contra el Once Caldas en Manizales. La Agru – Pasión Gallina viajará a la capital de Caldas para ver a nuestro equipo amado. Así gane o pierda el Millo, por fuera o de local, lo alentaremos cada vez que podamos viajar. Seremos pocos, pero el sentimiento es inmenso.
¡La Gallina se va de viaje para Manizales: con mucho aguante, con muchas ganas y con amor por nuestra camiseta y equipo! Puede más el amor que la razón.
Ahora, sin estar eliminados matemáticamente y posibilidades, sigue el partido contra el Once Caldas en Manizales. La Agru – Pasión Gallina viajará a la capital de Caldas para ver a nuestro equipo amado. Así gane o pierda el Millo, por fuera o de local, lo alentaremos cada vez que podamos viajar. Seremos pocos, pero el sentimiento es inmenso.
¡La Gallina se va de viaje para Manizales: con mucho aguante, con muchas ganas y con amor por nuestra camiseta y equipo! Puede más el amor que la razón.
¡Y vamos los Millos, te queremos ver ganar!
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